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PREEXISTENCIA DEL HIJO DE DIOS

Hablando particularmente con sus discípulos, Jesús les dijo:

"Mas bienaventurados vuestros ojos, porque [me] ven; y vuestros oídos, porque [me] oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron: y oír lo que oís, y no lo oyeron." Mat.13:16 y 17; Luc.10:23-24.

Muchos profetas, justos y reyes del Antiguo Testamento desearon ver y oír al Hijo de Dios, y no lo lograron; pero no dijo Jesús que ninguno, sino que muchos de ellos no le vieron ni le oyeron, lo cual hace pensar en la posibilidad de que algunos, aunque pocos, sí le pudieron ver y oír. Entre esos pocos están Isaías y Abraham.
Según podemos leer en Jn.12:41, el profeta Isaías, quien vivió y murió varios siglos antes del nacimiento de Jesús, “vio su gloria y habló de Él”. ¿Cómo pudo ser eso? ¿Abrió los ojos Isaías después de casi 700 años de haber muerto? No, sino que la gloria del Hijo de Dios es anterior a su encarnación (Jn.1:1, 2 y 14); es aun anterior a la constitución del mundo (Jn.17:5), y por tanto anterior a Isaías; por eso Isaías pudo verla con sus propios ojos, y en su propio tiempo. Sí, la vio en el año que murió el rey Uzzías, cuando vio al Señor Jehováh y oyó a los serafines exclamar:

"Santo, santo, santo, Jehováh de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria." Isa.6:3.

Comparando estos dos pasajes bíblicos (Isa.6:1-10 con Jn.12:36-41) se puede entender, no sólo que el Hijo de Dios es anterior a su encarnación, sino también que Él fue, es y será en el único y trino Dios que se dio a conocer a los antiguos con el nombre Jehováh. El dicho de los serafines: “Santo, santo, santo” pudiera entenderse como una triple exclamación dirigida a la divinidad en pleno, pero pudiera entenderse también como tres exclamaciones, dirigidas por separado a cada una de las tres personas de la divinidad.
Por favor, antes de rechazar esta idea, considérela de nuevo en oración y compare muy detenidamente las citas bíblicas señaladas.

Jesús dijo a los judíos de su tiempo:

"Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó." Jn.8:56.

¿Cómo y cuándo vio Abraham al Hijo de Dios? ¿Lo vio sólo por fe, o en éxtasis, visiones o sueños? ¿Acaso durante su vida Abraham fue transportado al futuro para poder ver a Jesús? ¿O después de casi 2,000 años de haber muerto pudo abrir los ojos para contemplarle? ¡No! Jesús dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” Jn.8:58. Y las Sagradas Escrituras nos dan a entender que en vida, y en su propia época, fue que Abraham vio y habló cara a cara con el Hijo de Dios, como trataremos más adelante.
Ya está señalado que en el nombre «Jehováh» está contenido también el Hijo, y no solamente el Padre, pero para mayor evidencia de esto comparemos otros pasajes de la Biblia.
Los evangelios declaran que Juan el Bautista fue enviado con el espíritu y virtud de Elías a preparar el camino para el ministerio terrenal del Señor Jesús. Mat.3:1-12; Mat.11:7-14; Mar.1:1-8; Luc.1:17; Jn.1:19 y 27. Comparando estos pasajes de los evangelios con las profecías de Isaías y Malaquías, se sobreentiende que el Señor Jesús, al cual Juan preparó el camino, es el mismo Señor Jehováh del Antiguo Testamento.

"Voz que clama en el desierto: Barred camino a Jehováh: enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y manifestaráse la gloria de Jehováh, y toda carne juntamente la verá." Isa.40:3-5. Compárese especialmente con Luc.3:2-6.

"He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí... a dicho el Señor Jehováh de los ejércitos." Mal.3:1.

Los profetas del Antiguo Testamento declararon muchas veces haber hablado por Espíritu de Jehováh (2Sam.23:2; Eze.11:5; Miq.3:8; etc.), sin embargo, el apóstol Pedro dijo que esos profetas “hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo” (2Ped.1:21); y en otro lugar dijo el mismo apóstol Pedro que el que hablaba en ellos era el Espíritu de Cristo (1Ped.1:11). Esto no deja lugar a dudas de que el Espíritu de Cristo y el Espíritu de Jehováh no son distintos espíritus, sino que son uno y el mismo Espíritu Santo, lo cual confirma que en el Antiguo Testamento el nombre «Jehováh» no es exclusivamente el nombre del Padre, sino que ese nombre comprende también a la persona del Hijo.
Ahora volvamos a Abraham, y leamos todo el capítulo 18 de Génesis. El versículo primero dice que Jehováh se apareció a Abraham en el Valle de Mamre. El versículo 2 y siguientes dicen que Abraham alzó los ojos y vio a tres varones, hacia los cuales corrió (entonces no estaba dormido, ni en éxtasis), recibió, se inclinó a ellos y los hospedó con muchas atenciones. Ellos comieron con Abraham y le anunciaron el nacimiento de Isaac (8-14). Después los tres varones partieron de allí rumbo a Sodoma, y Abraham “iba con ellos acompañándolos” (16-21) cuando Jehováh le anunció la destrucción de dicha ciudad.
Los versículos 22 y siguientes dicen (compárese con Gén.19:1) que dos de los varones se apartaron del grupo y siguieron hacia Sodoma, pero Abraham se quedó delante de Jehováh, al cual se acercó para interceder por los justos que pudieran haber en la ciudad. Por último, el versículo 31 dice que después que Jehováh y Abraham acabaron de hablar, Jehováh se fue, y Abraham regresó a su lugar. Nótese que de los tres varones, a los dos que siguieron viaje se les llama ángeles, pero del que se quedó conversando con Abraham no se dice que es el ángel de Jehováh, sino Jehováh mismo. Nótese también que en esa ocasión Jehováh no habló con Abraham desde los cielos, sino que estaba allí mismo donde estaba Abraham, y de allí se fue cuando acabó de hablar con él.
Esta historia puede resumirse así: Tres seres espirituales, en figura humana, visitaron al patriarca Abraham, quien les dio de comer y después se les unió en viaje. De los tres visitantes, a dos se les llama ángeles, y al otro se le llama Jehováh; de ahí se saca en conclusión que Jehováh Dios, en compañía de dos ángeles, fue huésped de Abraham.
Por otro lado dicen las Sagradas Escrituras que a Dios el Padre, el único Rey de reyes y Señor de señores, nadie le vio jamás.

"La cual a su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes y Señor de señores; quien sólo tiene inmortalidad, quien habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén." 1Tim.6:15 y 16. Ver también Jn.1:18; 6:46; 1Jn.4:12.

Por tanto, el personaje llamado «Jehováh» que visitó a Abraham no puede haber sido la persona de Dios el Padre, sino la persona de Dios el Hijo (el Cordero de Dios), quien ha sido manifestado en carne y por lo tanto sí ha sido visto de los hombres; y sin embargo no es otro, sino el mismo y único Rey de reyes y Señor de señores.

"Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes..." Apo.17:14.

Sí, el patriarca Abraham vio en persona al Hijo de Dios, y se gozó por verle, porque el Hijo de Dios, Jesucristo, como hombre no tenía aun 50 años cuando hablaba con sus contemporáneos judíos, pero como Dios es antes de Abraham; es antes de la constitución del mundo; es el primero y el último, el que fue muerto y vive; es el Alpha y la Omega, principio y fin; es el que es y que era y que ha de venir. Apo.1:4, 8, 11, 17 y 18; 22:12 y 13.

"Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos." Heb.13:8.

Entonces, ¿cómo se atreven algunos a decir que el Hijo de Dios comenzó a ser cuando comenzó a ser hombre? Yo creo en la preexistencia del Hijo de Dios, y creo que aunque el Padre y el Hijo no son una misma persona, sí son el único Dios verdadero; el único Rey de reyes y Señor de señores que se dio a conocer a los antiguos con el nombre Jehováh.

Ob. B. Luis, Laredo, TX. Junio de 1989